Si estás soñando con tu viaje y querés empezar a trazar la ruta, esta guía es para vos.
Acá vas a encontrar herramientas simples y reales para que tu recorrido no quede librado al azar, sino que se ajuste a lo que vos realmente querés vivir.

Lo que vas a encontrar en esta guía

Checklist para planificar tu ruta

Cómo definir qué lugares importan de verdad usando tu Visión del viaje

Lo primero que quiero compartirte es que la ruta no empieza en un mapa. La ruta empieza en vos, en tu visión y tu misión de viaje.

Muchas veces nos dejamos llevar por lo que “se supone” que hay que visitar, o por ese lugar que hace 15 años quisimos conocer y no pudimos. Y me pregunto: ¿realmente sigo teniendo ganas de visitarlo? ¿O estoy siguiendo un deseo que ya no es mío hoy?

Por eso, antes de abrir el mapa, te invito a hacer este ejercicio:
👉 Si todavía no escribiste tu misión y tu visión del viaje, este es el momento.

Preguntate:

  • ¿Qué me mueve a salir?
  • ¿Qué quiero que me regale este viaje?
  • ¿El deporte, los parques nacionales, un pueblo originario, una fiesta tradicional?

Aunque vivas viajando, el tiempo siempre es limitado. Y cuanto más claro tengas qué te nutre y qué no, más fácil va a ser armar una ruta que te dé plenitud y no sólo una suma de paisajes.

💡 Para que lo pongas en práctica, te propongo este mini check list. Marcá cuáles son los tipos de lugares que realmente querés visitar en tu viaje:

  • 🌿 Naturaleza y parques nacionales
  • 🏛️ Cultura y pueblos originario
  • 🎉 Fiestas y tradiciones locales
  • 🍲 Experiencias gastronómicas
  • 🏖️ Playas y descanso
  • 🛶 Aventuras y deportes
  • 🏙️ Ciudades y vida urbana

 

Ese listado va a ser tu brújula. Cada vez que te sientes a planificar la ruta, vas a poder filtrar y priorizar: esto sí, esto no tanto. Y así tu viaje se va a parecer cada vez más a lo que realmente soñás vivir.

De la brújula al mapa: Tus Imperdibles

Ahora que ya tenés clara tu brújula —lo que realmente te nutre del viaje según tu misión y visión—, el siguiente paso es sumarle un plazo de tiempo y una orientación.

Obvio, esto depende de tu situación, de dónde estés y del momento. Para que el ejemplo sea más claro voy a suponer que estás en un país distinto al tuyo, porque ahí aparece el primer marco que sí o sí tenés que considerar: el tiempo que te dio migraciones para estar en ese país.

Supongamos que te dieron 3 meses. Perfecto. Ahora ya tenés dos elementos:

  1. Lo que saliste a buscar (según tu misión y visión).

  2. El plazo de tiempo determinado.

Con eso, agarrá el mapa del país —o directamente Google— y empezá a buscar dónde están esos lugares que de verdad no te querés perder. No importa si son o no los que “todo el mundo dice que hay que ver”: ¿cuáles son tus imperdibles?

👉 Marcalos en el mapa.

Ahora trazá una ruta lógica desde donde estás, pasando por cada uno de esos puntos, hasta salir del país (ya sea al siguiente o volviendo al punto de ingreso). Y mirá: ¿cuántos kilómetros te dice Google Maps que son?

Bien, ahora que tenés ese número, evaluemos si es lógico hacerlo en el plazo que tenés.

Primero, sumale un 50% más de kilómetros al recorrido. ¿Por qué? Porque el viaje no es lineal:

  • Vas a llegar a un lugar y dar una vuelta para conocerlo.

  • Vas a entrar a un pueblo que no tenías en mente, pero te llamó la atención.

  • Vas a dar vueltas buscando dónde dormir.

  • Otras vueltas más para llegar a la carnicería, la verdulería, el mercado… o para encontrar una ducha.

Todo eso suma kilómetros y, a la vez, suma combustible, que al final son pesos que se van de tu presupuesto.

Entonces: ya tenés los puntos, el tiempo y los kilómetros.

Ahora viene la pregunta clave: ¿cuál es tu capacidad de recorrer kilómetros en un mes?

Para orientarte, te comparto dos ejemplos reales:

  • Viajeros con vehículos de más de 10 años de antigüedad, que trabajan en el camino (por ejemplo vendiendo), suelen hacer en promedio 1.000 km al mes.

  • En el otro extremo, perfiles como Caro y Santi de Hakuna Matata, con vehículos nuevos, trabajos 100% online y un alto nivel de organización, pueden llegar a recorrer 3.000 o 4.000 km al mes.

Vos evaluá hacia qué perfil te acercás más y tomá tu número. Ese dato es el que te va a decir si tu ruta es viable con el tiempo y los recursos que tenés.



Ruta ideal vs. ruta posible: El tiempo disponible

Una vez que definiste cuántos kilómetros podés recorrer en un mes, llega el momento de contrastarlo con tu ruta ideal.

Supongamos este caso:

  • El recorrido que marcaste en Google Maps, sumado al 50% extra, da 6.000 km.

  • Vos definiste que sos capaz de hacer 1.500 km por mes.

  • Migraciones te dio 3 meses.

Eso significa que en tres meses podrías hacer 4.500 km.
👉 Te faltarían 1.500 km para cubrir todo.

Ahí aparece la primera gran decisión: o sacás algunos puntos de tu lista, o considerás la posibilidad de aumentar los kilómetros que vas a manejar.

Kilómetros a recorrer: encontrar tu propio ritmo de viaje

No se trata solo de kilómetros totales, sino también de tiempos de disfrute. Preguntate:

  • ¿Cuántos días me gustaría quedarme en cada uno de los lugares que elegí?

  • ¿Cuántos kilómetros puedo manejar como máximo en un día sin que sea agotador?

Con esas dos respuestas vas armando tu recorrido real, donde el factor tiempo se combina con el factor kilómetros. Y ahí vuelve la pregunta clave: ¿es viable?

  • Si no lo es, tendrás que sacar puntos.

  • Si lo es, ya podés considerar que tenés una ruta armada.

Claro que, una vez en movimiento, el plan no es definitivo. Vas a ir viendo si tu ritmo coincide con lo que planeaste, si aparecen nuevos intereses o destinos, y ahí decidirás: ¿les das lugar o sacás algo de lo que estaba en la lista original?

Presupuesto de combustible, porque no son sólo kilómetros

Hacer kilómetros no es gratis. Cada distancia se traduce en combustible, y el combustible en dinero.

Ejemplo:
Si decidís que vas a hacer 3.000 km en un mes, tu vehículo consume 10 litros cada 100 km, y el litro cuesta 1 dólar, entonces vas a necesitar 300 dólares por mes solo para combustible.

Este cálculo también es parte de la viabilidad de tu ruta.

Tipo de camino que preferís

Una vez que ya tenés tu plan con los puntos, los kilómetros y los tiempos definidos, podés empezar a sumar algunos detalles más finos.

Por ejemplo: Google Maps siempre te va a marcar la ruta más rápida. Sin embargo, con Andy tenemos una costumbre: siempre nos fijamos si existen caminos paralelos más agrestes. ¿Por qué? Porque nos encanta disfrutar de las vistas que dan las rutas secundarias, aunque eso signifique tardar más por ser un camino más largo o que exige ir más despacio. No lo hacemos siempre, pero lo evaluamos y lo tomamos siempre que podemos, porque es parte de lo que disfrutamos en el viaje.

Claro, esto no es para todos. Hay quienes prefieren no complicarse y tomar siempre la ruta más rápida. Para esas personas, lo más valioso es llegar cuanto antes al destino y no pasar tanto tiempo en la ruta. Es cuestión de preferencias, y acá entra tu brújula personal: ¿qué es lo que más disfrutás vos?

Para evaluar el estado de esas rutas alternativas, en Argentina estamos usando Ruta0. No tiene absolutamente todos los caminos, pero la mayoría de las veces nos sirve. Y cuando viajábamos en otros países, lo más común era preguntar a la gente local o, directamente, arriesgarnos y probar. Esa mezcla entre plan y sorpresa es la que le da sabor al viaje.

Reflexión Final: Planificar no mata la aventura

Muchas veces escucho que “planificar mata la aventura”. Para mí es al revés: planificar la enriquece.

Porque un buen plan nunca es rígido, sino flexible. 

Un plan te da claridad y dirección, pero deja espacio para lo inesperado.
Vos podés poner en el mapa lo que querés ver, pero no hay plan que controle las personas que se van a cruzar, las oportunidades que van a aparecer, o lo que la vida tenga para mostrarte.

👉 Lo que mata la aventura no es planificar, sino aferrarse rígidamente al plan.
Por algo en nuestro canal una de las frases más frecuentes es: “cambio de planes”. Porque sí, hay planes… pero siempre hay más cambios que planes.

La práctica hace más ágil la planificación

Al principio puede parecer que lleva mucho tiempo organizar todo esto. Y sí, al inicio cuesta porque todavía no conocés tu ritmo en ruta ni el comportamiento de tu vehículo. Pero si lo practicás, se vuelve un hábito que te va a permitir cubrir tus “imperdibles” con más tranquilidad y disfrutar el viaje con foco en lo que realmente es importante para vos.

La mejor ruta es la que más se parece a vos

Planificar es darte el permiso de elegir qué querés vivir y cómo querés hacerlo. Lo demás… siempre traerá sus propios “cambios de planes”.

Asesoría Personalizada

Si soñás con empezar a vivir viajando, probablemente estés permanentemente pensando cosas como:

Con el programa Vivir Viajando Es Posible puedo ayudarte a:

Te invito a una videollamada gratuita en la que veremos en qué situación estás, podés sacarte esa duda que más te inquieta en este momento y si tiene sentido, te presento cómo podríamos trabajar junt@s.